La mediación aporta un importante número de ventajas a las partes involucradas en un conflicto, entre las que se pueden destacar las siguientes:
Flexible: Las circunstancias y las partes involucradas en el conflicto permiten que la mediación se realice con un mayor o menor grado de formalidad, así por ejemplo, en un conflicto de índole empresarial entre hombres de negocios es recomendable un procedimiento formal; pero en conflictos comunitarios o de familia el procedimiento puede ser menos formal.
Voluntaria: Las partes en conflicto son las que deciden la conducción de la mediación, aportando con la información que quieren que sea conocida o no, proponiendo soluciones parciales o totales; en definitiva, son ellas las que tienen la libertad de llegar a una solución por su propia voluntad y no por imposición de nadie.
Rápida y económica: La mediación es un proceso mucho más rápido que un litigio judicial, pues el conflicto puede llegar a resolverse en cuestión de días y, en algunos casos, incluso de horas. Puede comenzar en cualquier momento, desde que las partes aceptan la mediación y fijarse un calendario de reuniones a conveniencia de estas. Esta rapidez hace que las relaciones personales no se desgasten tanto como en un proceso judicial. Y es más económica que éste último.
Produce acuerdos creativos: Una de las cualidades más importantes del mediador es la creatividad, y este aspecto es esencial para promover que las partes lleguen a acuerdos creativos que les permita solucionar el conflicto, lo que hace que perduren en el tiempo, evitando problemas en el futuro.
Utiliza un lenguaje sencillo: Es importante que el mediador utilice un lenguaje simple y claro y lograr que las partes expliquen lo que realmente desean, lo que en la mayoría de los casos favorece el acuerdo. Además permite que los protagonistas del problema se desahoguen y puedan expresar con libertad lo que sienten. Se logra mayor grado de intimidad debido a que todo lo que se trata en las sesiones es confidencial.
Permite encontrar soluciones de “sentido común”: La mediación no se limita a los precedentes legales, lo cual no quiere decir que no se tengan en cuenta. Permite que las partes ajusten sus distintas percepciones y sus reclamaciones de modo que resulten más realistas.
La mediación es un proceso por el que una persona, independiente e imparcial, ayuda a otros a comprender el origen de sus diferencias, a conocer sus causas y consecuencias, a confrontar sus visiones y a encontrar soluciones para resolverlas, evitando, en la medida de lo posible, la judicialización del conflicto y creando un espacio de diálogo en el que prevalezca la equidad comunicativa, la seguridad, la libertad y la igualdad.
El mediador se encarga de gestionar la comunicación entre las partes implicadas en el conflicto. Para ello uno de sus principales objetivos es generar un clima lo suficientemente cordial para que las partes sean capaces de comenzar a proponer alternativas de futuro y dejen de reprocharse situaciones pasadas.
El mediador no propone alternativas, sino que valiéndose de sus habilidades hace que sean los interesados los que comiencen a proponer alternativas. Deben ser los implicados en el conflicto los que, con ayuda del mediador, planteen como podrían resolver la situación en el futuro.
El mediador como tercero imparcial, pretende que los implicados en el conflicto tomen conciencia de su papel, asumiendo su responsabilidad a la hora de alcanzar acuerdos. Para ello es importante que el mediador sea capaz de reducir las tensiones existentes entre los implicados, ya que si no se reduce mínimamente el nivel de confrontación es muy posible que se produzca una escalada del conflicto que obligue al mediador a dar por finalizada la sesión.
La escucha activa por parte del profesional, ayudará tanto a la persona a exponer su experiencia, ya que se sentirá valorada, como al contrario, ya que le permitirá reflexionar sobre su comportamiento y actitud ante el conflicto.